martes, 11 de marzo de 2008

Una historia sin final

Cuando uno viene pisando el terreno depresivo, por lo general se aísla, no solo de las personas sino de uno mismo; la mente empieza a no pensar con claridad, a ver las cosas de un solo modo… MAL. Hay diversas formas de entrar en esta especie de trance pero pocas las salidas, peor es cuando se tiene una gran incertidumbre, algo que no cierra, el terreno empieza a ser sinuoso y son tantas las curvas que el final nunca llega.
El otro día tuve una conversación que me llevo a escribir este post.
El tema venia por una separación media extraña, nunca fue separación definitiva. Hasta que uno de los dos decidió decir las cosas como son y se choco contra la pared. Golpearse deja algo instalado que no simpatiza pero marca y tratar de dar vuelta la tortilla es todo un desafío. Al pasar el tiempo vuelven a encontrarse, la estantería se vuelve a mover y nuevamente se enredan en una telaraña, hasta que llegan a una propuesta mas concreta y ahí es donde vuelven los recuerdos, el pasado, el golpe, la marca… Y se descree, se colocan la armadura samurai y caminan despacio, sin decir ni hacer lo que la mente realmente piensa; tal vez por miedo, por esa inquietud causada en el pasado; tal vez por vergüenza de hablar o actuar y ser nuevamente ofendido, o simplemente por ser tímido, por no tener seguridad en uno mismo.
Porque cuesta tanto decir las cosas cara a cara? Por que ese temor de someternos al juicio del otro? Por que no aceptar un rechazo cuando es de corazón? Por que esa desconfianza? Porque pisa tanto el pasado que no deja vivir el presente con calma? Por que es tan difícil ser uno mismo? Porque, porque, porque tantos porque???
Todos en mayor o menor cantidad nos produce miedo el pararnos a hablar o actuar frente a los demás, por lo tanto, nadie es quien para juzgar a nadie… Si en ocasiones cuando uno esta enfadado dice cosas feas porque no decir lo contrario? Y que salga de una vez lo atragantado, sea aceptado o no, pero decirlo, lo mas claro y serenamente posible para aliviar nuestro interior.
Ahora bien, una vez expresado y rojo como un tomate, yo te pregunto:
Quien te quita lo bailado?”…

No hay comentarios.: